lunes, 11 de febrero de 2013

Poesia Azarosa


Poesía Azarosa


En, un panal oculto, en una secreta cueva,
Enmarañada de un negrísimo
Terciopelo, la luna...
¿La tierra?
Alguien... ¿quién?
Le ha robado un pedazo de  su queso,
Sueña,
En el inquieto acorde brumoso de un mar,
Fundiéndose explayadamente con el  cielo.

¿El sol?
De rozado es su vestido de fino lino.
El vaivén. (El siempre bamboleo)
La barca se detiene,
Sólo se detiene.
Un lucero puja por nacer.
El vientre se expande, se dilata.
El río se pone a velar,
Como centinela silencioso.
El bosque lleno de pitirres alborozados.

¿Los tiempos?
Hay tiempos que no son tiempos.
Pero el pujo, es real.
El alba llegará.
En sandalias de coral.

¿El tiempo?
Volverá a nacer
En la alborada de una mañana.
Cabalgando en alas de gaviotas,
Que siempre saben prender,
El diamante de un lucero
En el claro pecho
De una noche alargadamente tenue,
Como un quejido leve de un oboe,
Donde las estrellas,
Ya no son estrellas robustas,
Sino cucubanos,
Adornando la noche
De un amanecer de sueños,
De vuelos
De los siete hijos
De la suave primavera.

Es Lope,
El gran Lope de Vega
El que me habla:
« Un soneto me manda hacer Violante.»
¿Es hora de soneto?
... ¿O de clarines o de epopeyas?
¿Epopeyas?
¿La del gigante monstruoso
Que en pesadilla,
Brota del mar de la mente
Para aterrar a una niña?
¿O niño o campo o pueblo
O ciudad o nación o a un verso?

Corrientes de lírica infinita,
Que mis dedos sienten su empuje,
Su ahínco, su fuerza.

¿Niño?
¿De  qué?
¿De espumas?
¿De escamas?
¿De espinas?

¿Niño?
Mejor...
¡Suspendo!

¿Niño? ¿Espejo?
Pero se oye el lloro,
El siempre lloro
Que ahoga la rosa tenue
De una alborada
De niños robustos, alegres:
¡Combatientes!

Yo soy... ¿qué?
¡Sí! Yo soy  y seré
En un mundo dislocado,
En un mundo de “hamburgers
De “hot dogs”, de “chickens nuggets”,
De Chu Wan,
De costillitas chinas
Cocinadas en una isla, como la nuestra,
Tropical.
Soy y seré... ¿qué?
¿Lo sido?, por favor: ¡No!
El tiempo,
Decía un maestro de soledades,
«Es irreversible»: entonces...
Yo: irreversible
En la clara conciencia
De haber sido río de lujuria
Enamorado, hechizado locamente,
A sus anchas de su madre.
Freud tenía razón:
« El niño es un polimorfo perverso.»

¡Viejo, don Miguel!
¿Quien lo iba a decir
Que a mis 55 años,
Estuviera,
Como siempre,
A las márgenes de tus orillas,
Pescando en tus aguas.
Gracias don Miguel, ¡ah, olvidaba!
De Unamuno,
Que no es lo mismo,
Ni se escribe igual, que eso quede claro,
Por favor,
Viejo don Miguel, creerás,
Y, aunque no lo creas,
Que no es la cuestión divina,
El ansia de inmortalidad,
La esencia trágica de mi existencia,
Sino...
La desesperación colonial.
La esclavitud de esta mi Patria
Donde resuena soberano el verbo de tu lengua,
Que es la nuestra,
Pero sumido, apagado:
¡Esclavizado!
Lo siento, tanto, don Miguel
Pero ya no pienso, como tú.

Pepe Robles
Manatí, El Atenas










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